“Envejecimiento, esa otra vida”

Con “Otra vida por vivir”, de Theodor Kallifatides junto al primer café de la mañana y un lápiz…

“A mis veinticinco años, cuando me pregunté cómo viviría mi vida, la respuesta fue “yéndome”. A los setenta y siete la pregunta volvió. ¿Cómo viviría la vida que me quedaba?  Y la respuesta era, cada vez con más frecuencia, “volviendo”.

¿Por qué queremos volver? ¿Cuándo conectamos con esa necesidad? ¿Nos empuja a ello la edad o los acontecimientos? ¿Por qué encontramos consuelo en la idea de regresar? En realidad, ¿a dónde queremos volver?

Experimentamos una especie de suspensión en el tiempo, un intervalo en el que lo que fuimos tiene un poderoso filtro que despeja lo accesorio de lo necesario. Y ocurre que el criterio para distinguirlos ha cambiado. Y esa es también otra pregunta, ¿por qué lo que tanto nos importó entonces ahora parece minúsculo y son otras emociones, en forma de recuerdo, las que se nos quedan pegadas a la piel? Y la brevedad de la vida, en ese instante de respiro, es una certeza que cala hasta los huesos.

Si consulto con un geriatra me hablará de labilidad. Pero yo sé que no es eso.

Creo que voy a proponer una charla en el programa a Theodor Kalllifatides. Quizá tenga respuestas ante la fatiga del ser, cómo superar los grandes dolores y las grandes alegrías y por qué no todo se resume en la fatiga pandémica.

Sigo con el lápiz sobre las páginas de “Otra vida por vivir”…

“No se puede volver.  Era un pensamiento fugaz, pero algo me alivió.  Un año antes había escrito la novela “Siempre volveré”. Seguramente había llegado el momento de   escribir la continuación: “Siempre me iré”.

Quizá pueda explicarnos si vamos o volvemos.

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